lunes, 30 de enero de 2012

Miles Gloriosus (del siglo XX)


El argot y las costumbres castrenses, queramos que no, están fuertemente arraigadas en la sociedad, donde, si no nos la meten doblada, nos tiran una carga de profundidad (opcionalmente alguno se va por ahí a tirar una bomba de vez en cuando).

Desde pequeños, los niños, por norma, suelen ir empapándose de este lenguaje, mediante las películas, los videojuegos y juegos al aire libre. Todo ello encaminado hacia la juventud donde, en vez de un subidón de adrenalina, tienen un subidón de hormonas.

Estos subidones hacen que los grupos de amigos pasen a ser escuadras o pelotones, mientras que el enemigo, por muy pocos miembros que sean, siempre parece un regimiento.

Ejemplo de actuaciones pseudocastrenses es el siguiente:

Los servicios de poca información y nula inteligencia intentaban, sin éxito, adivinar las estrategias del bando enemigo, con incursiones de comandos camuflados, exploradores y servicios de escucha, tan nefastos, que nadie sabe cómo, pero estos servicios nunca funcionaban, ya que la información obtenida solía tender hacia temas intrascendentes sobre indumentarias y otras patrañas.

El pelotón, siempre valiente él, se dedicaba a hacer desfiles atléticos corriendo detrás de un balón, intercambiando, entre patada y patada, algún que otro comentario tan poco útil como la información obtenida por los servicios de desinformación que, por no conseguir, no obtenía ni las cotas donde poder hacer un fuego de barrera.

Ya, a la puesta del sol, empezaba a cuadrarse la estrategia, con el reparto de las tareas de intendencia y sincronización de relojes, así como la equipación y el camuflaje. Aquí, hacemos una aparte, establecemos la diferenciación entre la intendencia física y metafísica, porque la sincronización de relojes nunca era eficaz, hasta que el intendente de turno llegaba, tarde, mal y siempre.

Mientras la espera del intendente se prolongaba, alguno que otro lanzaba consignas y gritos de supuesta enervación de la tropa. Gritos totalmente contraproducentes al producir en los apenas barbados combatientes una presión y un nerviosismo que les llevaba al nivel de ansiedad, empezando a dar buena cuenta y antes de lo esperado, los pertrechos de la intendencia.

Los primeros compases del combate siempre se hacían con una agilidad de movimientos dignos de las maniobras anteriormente descritas en los desfiles detrás de un balón. Mientras unos buscaban el hueco en la barra, otros se aprestaban a posicionarse en un lugar elevado, si lo hubiera, donde establecer el puesto de mando.

Una vez todo el pelotón en el puesto de mando y viendo la cantidad de regimientos que lo cercaban, entre pitos y flautas, se producía un movimiento defensivo y atrincheramiento compuesto por sillas, mesas, banquetas y mesas de billar, empezando las discusiones, a voz en grito, unas veces de temas estudiantiles y, otras, de temas deportivos (así de básica era la tropa y sigue siendo), hasta que se conseguía establecer cierto orden y empezar a maquinar las grandes estrategias, las maniobras de distracción y los fuegos de cobertura, así como el sistema de comunicación (básicamente reducido a codazos disimulados y el arqueo de cejas, alguno más avispado intentaba complicarlo con las reglas de mus, pero ya era tarde…), en estas estrategias siempre aparecía algún salvaje que hablaba de entrar a degüello y calando bayonetas.

Después de levantar el campamento reiteradamente en búsqueda de nuevos frentes, en algunos casos con las bajas ante el enemigo (merecedoras de la Medalla de Honor al día siguiente), las demostraciones de cobardía ante el enemigo (merecedoras de la licencia con deshonor temporal al día siguiente), las bajas por causas naturales de los pertrechos (no merece ningún comentario), al final se producía una vergonzosa retirada estratégica a los cuarteles nocturnos entonando con más pena que gloria alguna que otra marcha militar, porque la vergüenza de la retirada de las primeras batallas de los poco barbados combatientes no era, todavía, capaz de desilusionar un futuro cercano de nuevos combates, nuevos desfiles y la confraternización con sus camaradas del frente, les permitía decir:

¡Semper Fidelis!

¡Ua!

miércoles, 25 de enero de 2012

Tres reglas básicas para escribir un post


Resulta no del todo cierto que uno escribe por amor al arte, aunque, vista la cantidad de seguidores y comentarios positivos que va cosechando, como si lo fuera. Para escribir por amor al arte con un diario personal podría tener suficiente.

A todos nos gusta que nos lean, que haya cierta empatía, polémica o discusión sana con los que dedican un tiempo a leer los post. Y nos gusta tanto como el escribir el que nos dejen comentarios del tipo que suelen proliferar (camuflados en crítica positiva), lo mismo que se nos hagan seguidores y nos difundan.

Pero uno a veces hace lo que puede o lo que humanamente le sale en ese momento, con mayor o mejor acierto, lo que casi es decir, casi ninguno, pero siempre intentando cumplir tres reglas básicas en su procedimiento.
 
1)   Eliminar complejos, una forma drástica de llamarlo, uno no puede autolimitarse con trabas al pensar que lo que expone le pueda gustar a un tal Chacal o a una chacala. Las trabas del ¿les gustará?¿esta expresión no es demasiado inteligente para estos bartolos? ¿se molestará fulanito o menganita? No. Me la trae al pairo. Lo primero es escribir tal y como uno sea, con sus limitaciones de conocimientos. Siendo siempre coherente con esto, la mitad del camino está recorrido.
  
2) Longitud mesurada. Es evidente que hay poco tiempo como para perderlo innecesariamente, tenemos demasiadas ocupaciones como para pretender que alguien lea o nos siga con el apasionamiento que podamos llegar a poner en un tema que nos absorba. Debemos pensar que no a todo el mundo le guste lo mismo que a nosotros, es más, si se acerca algo ya es bastante. Por ello, ¿qué mejor detalle que intentar plasmar lo que se cuenta en algo que se pueda leer en cinco minutos? Es un error pensar que nos van a leer con interés extremo, así como es erróneo pensar que cuanto más se escriba mejor explicado. 
 
3) No abusar de imágenes, links, ni videos. Es cierto que por mi parte ni una triste foto suelo poner, la importancia hay que dársela más a lo que se quiere decir que a lo que se quiere mostrar, salvo que se tenga que mostrar algo. Existe como una ley no escrita de que un post tiene que tener imágenes por obligación, cosa que todavía no he entendido, porque en muchos casos no viene a cuento el pegar tanta foto. Respecto a los links, lo mismo que en el punto anterior, hay que presuponer que hay poco tiempo como para estar rebotando por la web en los dos mil trescientos cincuenta links que pone alguno.

sábado, 21 de enero de 2012

jueves, 19 de enero de 2012

En busca de la habilidad perdida


Últimamente me está costando concentrarme para poder escribir algo en condiciones. Una incongruencia por mi parte, cuando uno de los motivos para escribir un blog era precisamente el simple hecho de escribir sin tener que molestar a nadie con mis escritos.
 
Puede que uno de los motivos sea el que, al cumplir ya dos años de actividad relativamente continua, el objetivo de mantenerlo vivo y aumentar las visitas puedan estar mermando el propio interés inicial. Sin embargo, puede llegar a resultar complicado tener algo que decir con asiduidad o que, al menos esa es la impresión que tengo, después de ocho o diez meses sin ponerse, cueste volver a expresarse en condiciones.
 
Estos días he estado dándole vueltas, dudando, entre escribir por escribir sin excesiva motivación (a ver si entre tanta mierda sale algo decente) o esperar a la llegada de la inspiración. Como  no me he aclarado, he tirado por el camino de en medio, me pongo a escribir y si sale algo medio-medio, pues lo pongo, ya iré ganando soltura.
 
Lo que ocurre a veces es que las dos cosas van a la par. Al establecerse una disciplina en la realización de una actividad (la que sea, la que sea), a medida que se va cogiendo experiencia, se va mejorando la habilidad en la realización de la misma y, a no ser que se sea un negado, cuanto más se haga, hasta se puede llegar a tirar de experiencia.
 
Es este el propósito de los próximos post ir recuperando la habilidad perdida, la que hubiera podido llegar a tener.

martes, 10 de enero de 2012

Empezando el 2012

Este escueto post es el regreso al blog, entretenido que ha estado uno y, por motivos del comienzo del nuevo Reto Blogger IV, no queda más remedio que volver a "entrenar" para hacer alguna que otra entrada ligeramente potable.

Vista la línea que ha seguido este blog, de Historias Industriales no he hablado nada y creo que ya es tarde para retomar el tema original con el que fue pensado al crearse. Aún así, he abierto un nuevo blog que, palabrita, literalmente os volverá locos por lo que os apasiona la literatura técnica organizativa: Organización y Gestión Industrial se llama el nuevo engendro.